sábado, 3 de noviembre de 2007

EL MITO DE LA AYUDA INGLESA : PARTE III

EL MITO DE LOS CAPITALES INGLESES EN TARAPACA:

Primero quiero comenzar con una pequeña aclaración sobre el término inversión extranjera, la cual en su definición más simple, es el acto de adquirir activos fuera del país de origen. Estos activos pueden ser financieros o de portafolio (como bonos, depósitos bancarios, o acciones); o de inversión directa, que son aquellos que implican la propiedad de los medios de producción (como plantas o tierras).

Ahora, con respecto a las inversiones en empresas salitreras:

En 1875, los capitalistas peruanos controlaban el 54% de las inversiones salitreras, los chilenos el 18% y los ingleses el 15%, Guillermo Billinghurst, uno de los políticos PERUANOS de la época más conocedores del problema salitrero, sostenía que gran parte de los capitales 'ingleses' no eran inversiones provenientes de Londres, sino que fueron obtenidos a base de créditos concedidos por los bancos de Lima y Valparaíso a particulares de origen inglés. Billinghurst opinaba que los ingleses no jugaron un papel decisivo en la promoción de las primeras explotaciones salitreras: "no han sido capitalistas ingleses los que han imprimido a la industria salitrera la marcha inicial que le ha servido para adquirir su actual desarrollo... La compañía chilena de consignaciones invirtió en habilitaciones salitreras hasta cerca de $1.500.000. El Banco Edwards que hizo adelantos en este mismo negocio y cuatro o cinco casas de ese puerto comprometieron aquí más de $1.000.000 (GUILLERMO BILLINGHURST: Los capitales salitreros de Tarapacá, p. 30, Stgo., 1889)

El Banco de Valparaíso organizó once sociedades anónimas para la explotación del nitrato en Tarapacá: "el mercado financiero de Valparaíso se hallaba, por lo tanto, representado en la industria del salitre en Tarapacá, desde 1870 en adelante en más de $6.500.000”. (GUILLERMO BILLINGHURST: Los capitales salitreros de Tarapacá, p. 30, Stgo., 1889).

Las casas financieras de Valparaíso monopolizaban la compra y venta de toda la producción de nitrato de la costa del Pacífico. Oscar Bermúdez señala que "todo el salitre inclusive el de Tarapacá era objeto de transacciones comerciales en Valparaíso antes de ser enviado a Europa" (OSCAR BERMUDEZ: Historia del salitre, 1905).

Los capitalistas peruanos, que poseían la mayor parte de las estacas salitreras, se veían obligados a realizar sus operaciones en el mercado mundial por intermedio de las casas financieras de Valparaíso. Emilio Romero, economista peruano, anota que "la navegación a vapor por el estrecho de Magallanes hacía largo el camino hasta las salitreras, por cuyo motivo muchas transacciones sobre el salitre se hacían en Valparaíso y no en el Callao, circunstancias que hizo creer a muchos europeos que el salitre era chileno" (EMILIO ROMERO: Historia Económica del Perú, p. 405, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 1949.).

La penetración de capital chileno en Antofagasta se aceleró en la década de 1860 con los descubrimientos de salitre hechos por los arrieros de José Santos Ossa (chileno), quien junto con Francisco Puelma (chileno) fundó la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama, compañía que rápidamente obtuvo privilegios del gobierno boliviano. El 5 de septiembre de 1868 el ministro de Hacienda de Bolivia expedía la siguiente resolución: "se concede a la Sociedad Exploradora del Desierto de Atacama, el privilegio exclusivo de 15 años para la explotación, elaboración y libre exportación del salitre en el Desierto de Atacama" El investigador chileno, Oscar Bermúdez, acota: el presidente boliviano, Melgarejo, que "no tenía la menor noción de la riqueza minera y salitrera de esta vasta zona, la había entregado gratuítamente a los peticionarios chilenos, excepto el pago de diez mil pesos que éstos hicieron en la Tesorería de Cobija" (OSCAR BERMUDEZ: Historia del salitre, p. 326, Ed. Universitaria, Stgo., 1905).

Gonzalo Bulnes, historiador chileno de la guerra del Pacífico reconoció que "el privilegio era tan extremado, las concesiones tan vastas, que el pueblo boliviano protestó, con razón, enérgicamente contra ellas" (OSCAR BERMUDEZ: Historia del salitre, p. 326, Ed. Universitaria, Stgo., 1905).

José Santos Ossa ( descubridor del salar del Carmen) y Francisco Puelma entraron en sociedad con Agustín Edwards (chileno) y Guillermo Gibbs (inglés), creando la “Melbourne y Clark Cia” que aumentó su capital inicial de $2.500.000 en 1872, a cinco millones en 1879,ésta compañía pasaría posteriormente “Compañía de salitre y Ferrocarril de Antofagasta”. En agosto de 1874 se firma el Tratado, según el cual la Compañía de Salitre Antofagasta o cualquiera otra industria chilena que se estableciera en el litoral quedaban libres de todo derecho fiscal o municipal, por el término de 25 años. Asimismo se otorgaba exclusividad a los empresarios chilenos para la explotación del Salar del Carmen que abarcaba 6.400 hectáreas.

El capital inglés en dicha empresa ni siquiera llegaba al tercio de la misma y pertenecía , casi en un 100% a Guillermo Gibbs. Su directorio se encontraba en Valparaíso y la participación inglesa en la sociedad no llegaba ni a un tercio de la misma, correspondiendo al aporte capital de la firma de Williams Gibbs. De este modo, no hay razones comerciales ni legales para considerar que la Compañía no era esencialmente chilena, como lo era también todo el personal técnico y los miles de obreros que operaban para ella directa o indirectamente en la zona.

La expansión del capitalismo chileno en territorio boliviano no sólo alcanzó al salitre sino también a las explotaciones de plata, especialmente la mina de Caracoles. Cuando los historiadores comentan los fabulosos ingresos que proporcionó a Chile la mina de Caracoles, ‘curiosamente’ omiten que estaba situada en territorio boliviano. Bermúdez manifiesta que “Caracoles se convirtió rápidamente, ya en 1870, en un vasto campamento de trabajo y aventura. La fiebre minera que despertó el Cerro de la Plata, especialmente en Chile (la mayoría de las explotaciones eran de chilenos y el principal circulante en Caracoles eran escudos y cóndores de oro) debía influir considerablemente en la vida económica del litiral. El embarque de los minerales de plata se hacía por Cobija” (OSCAR BERMUDEZ: Historia del salitre, 1905).

Se calcula que durante 1872 y 1873 los capitales chilenos invirtieron unos dos millones de libras esterlinas en la explotación de Caracoles.

Además de Caracoles, los empresarios chilenos explotaban en territorio boliviano las minas de Hauantajaya, Huanchaca, Corocoro y Socavón de la Virgen de Orturo. Uno de los principales accionistas de la mina de plata de Huanchaca, que en 1877 ocupaba 1.567 obreros, era el chileno Melchor de Concha y Toro que tenía 355 acciones, Elías y Ezequiel Balmaceda con 125 acciones, Ramón y Gregorio Donoso con 95 acciones y Rafael Larraín con 35 acciones. Cada acción valía 1.000 pesos.

Los financistas chilenos habían llegado a controlar también el Banco Nacional de Bolivia. Este Banco, fundado en 1871, "adquirió derechos de emisión de billetes en las siguientes condiciones: tenía privilegio exclusivo sólo en el Departamento de Cobija... Los billetes se convertirían también a la vista en numerario en la oficina poderosa de Valparaíso" (LUIS PEÑALOZA: Historia Económica de Bolivia, 1954).

El Banco Nacional de Bolivia, íntimamente relacionado con las operaciones salitreras de las casas financieras de Valparaíso controladas por Edwards, abrió sucursales en Cobija y Antofagasta en enero de 1873. Hacia 1876 se había convertido en el banco más poderoso de Bolivia. El segundo banco de importancia era el Banco Boliviano controlado por el súbdito inglés Enrique Meiggs, (se acuerdan que estuvo trabajando en Perú???)

Dejo aquí un extracto de un discurso dado por, el Secretario personal del General peruano Miguel Iglesias, don Julio Hernández, durante la Asamblea del Norte del Perú de 1882:

"Chile era nuestro aliado hasta 1872. ¿Quién dio el pretexto para la enemistad de Chile? ¿Quién nos hizo más débiles por mar y tierra? ¿Quién nos condujo a la ruptura maniatados?: El Gobierno del Señor Pardo, ese Gobierno a quien se acaba de llamar glorioso... ¡El más glorioso del Perú!"

"Y como no fuera bastante esperar el peligro como un idiota, el más glorioso Gobierno que ha tenido Perú, hirió de muerte la industria chilena en Tarapacá. Para satisfacer impuras necesidades de círculo y devolviendo a Chile capitales y brazos empleados en nuestro suelo... exaltó sus iras hasta precipitar deliberadamente los funestos acontecimientos".

¡Pero qué sucedió después de la guerra?

La política de liberalismo económico, que se concretó en las resoluciones de 1881 y 1882, significó la devolución a los empresarios privados de 80 oficinas que cubrían 7.000 estacas, adquiridas en su mayoría por los inversionistas ingleses DURANTE la guerra del Pacífico. El gobierno se quedó con 8.230 estacas que posteriormente puso en venta o arriendo. Los decretos del 28 de marzo de 1882 y del 26 de enero de 1886 autorizaron nuevos remates de oficinas salitreras.

Los bancos, especialmente el de Valparaíso, controlado por Agustín Edwards, facilitaron cuantiosos capitales a los especuladores ingleses para la compra de certificados salitreros. Ramírez Necochea señala que "hasta el año 1884 se calcula que los bancos Nacional de Chile y Valparaíso tenían prestados alrededor de $ 5.000.000 a personas, principalmente inglesas, que se habían dedicado a la adquisición de certificados. Entre los deudores del Banco de Valparaíso se destaca John Thomas North, quien tenía créditos por sumas superiores a $600.000 ( De hecho, fue este banco quién, en 1880, le prestó el dinero para iniciar labores de extracción de la salitrera “la peruana”). Los bancos chilenos fueron, pues, la fuente de recursos que utilizaron los especuladores ingleses" (HERNAN RAMIREZ N.: Balmaceda)

Guillermo Billinghurst (recordemos que era PERUANO) sostiene que después del triunfo chileno en la guerra del Pacífico "lo lógico y natural habría sido que los industriales chilenos fueran los llamados a disfrutar de las franquicias y protección de los bancos chilenos y los que adquiriesen las oficinas provisionalmente primero y definitivamente después... Pero no hay que confundir las personas con las cosas. Los industriales que se apoderaron de las oficinas no fueron pues nacionales de Chile, pero el capital con que se hizo renacer la industria salitrera era, casi en su totalidad, esencialmente chileno" (GUILLERMO BILLINGHURST: Los capitales salitreros de Tarapacá, 1889).

Concluimos con esto que las inversiones inglesas nunca fueron tales, y entregamos datos concretos de ellos, incluyendo aseveraciones entregadas por destacados políticos peruanos.