¿APOYO INGLES HACIA CHILE?
Se plantea, en forma majadera, el supuesto apoyo de la flota inglesa, a favor de Chile, en caso de que las cosas no salieran bien para la nación del sur. ¿Qué hay de cierto en ello?.
Analizaré aquí esa supuesta intervención inglesa a favor de Chile:
Poco después del comienzo de la guerra hizo Lord Salisbury, en nombre del Gobierno inglés, al Embajador Alemán en Londres, Conde Munster, la pregunta de si el Gobierno Alemán estaría dispuesto a iniciar en conjunto con su Gobierno, una mediación entre Chile, Perú y Bolivia, para terminar la guerra. No se podía sin más rechazar la proposición inglesa que estaba fundada en el interés comercial de Inglaterra y Alemania en Sud-América occidental. Bismarck echó mano de un recurso. Se declaró en principio de acuerdo con una mediación común; sin embargo, hizo depender el concurso del Gobierno Alemán de que se debía invitar a tomar parte al Gobierno de los Estados Unidos, interesado especialmente en todas las cuestiones americanas. Lord Salisbury estuvo en esto de acuerdo, e hizo hacer, por intermedio de su Embajador en Washington, una pregunta al respecto. Como era de esperarlo, la contestación del Gobierno Americano fue absolutamente negativa. Lord Salisbury “se contrarió mucho” con la contestación, como telegráficamente lo comunicó al Embajador Alemán en Londres el 25 de Junio de 1879.
Según una comunicación del Embajador Imperial Alemán en Londres, de 13 de Julio de 1880, después del bombardeo de Mollendo, el Gobierno Italiano se dirigió simultáneamente al Gabinete del ministro francés St. James y al Gobierno Francés, y les propuso una protesta común por los pretendidos actos contra el Derecho Internacional ejecutados por los chilenos en el indicado puerto y otros lugares de la costa del Perú. El Ministro inglés de Relaciones Exteriores, Lord Granville, declaró por dos notas de 12 y 13 de Julio de 1880 a los Embajadores Italiano y Francés, estar de acuerdo con tal procedimiento. El manifestó (en la nota al Embajador Italiano General Menabrea) que el proceder de las tropas chilenas había sido acompañado de tales excesos, que “no solamente en el interés de la Humanidad sino también en protección de los derechos de la neutralidad”, parecía necesario proceder; y termina su nota con las palabras: El Gobierno de Su Majestad está, por lo tanto, enteramente listo para unirse con el Gobierno de Italia y con cualquiera otra potencia extranjera para hacer, ya sea colectivamente o separadas, una demostración ante el Gobierno de Chile contra la acción de sus tropas en Mollendo y una protesta contra la repetición de actos violatorios de los usos de guerra civilizada.
El 26 de Julio dirigió el Embajador italiano en Berlín, Conde Launay, una comunicación al Gobierno Alemán por la cual invitaba a intervenir con el fin de producir la paz. El Secretario de Estado contestó verbalmente de orden del Canciller del Imperio, que Alemania tenía escrúpulos de tomar parte en la “llamada mediación amistosa”. El principal escrúpulo, dice el protocolo existente de la Conferencia, se funda en el giro que ha tomado la guerra desde aquel primer proyecto de mediación (de Lord Salisbury). Cuando Lord Salisbury hizo su proposición estaba todavía indefinida la cuestión de la suerte de las armas, y por eso no estaba excluída la esperanza de que ambas partes, para evitar las calamidades de la guerra, se avinieran más o menos a la conservación del stato quo ante bellum.
En cambio, hoy las cosas se encuentran en otro estado, pues se puede suponer con seguridad que ahora Chile victorioso sólo renunciará a una conquista de territorio por la fuerza o la amenaza de la mediación amistosa». A esto no se sentía inclinado el Gobierno Alemán. El Ministro Alemán Residente en Lima, recibió la siguiente orden telegráfica de parte del Encargado de Negocios de Alemania en Londres: «Sin orden especial, absténgase de toda mediación». Es interesante, que también el Gobierno Austro- Húngaro, como se desprende de una comunicación del Embajador de Alemania en Viena, de 30 de Julio, había rechazado la proposición italiana sin obrar de acuerdo con el Gobierno Alemán. El Canciller del Imperio dió a conocer al Gobierno chileno su manera de pensar. Comunicó al Ministro Residente en Santiago, telegráficamente, el 15 de Agosto, la siguiente orden: “El Gobierno Imperial no acepta una intervención que se tiene proyectada por otros países; espera mientras tanto que la vida y propiedades de los alemanes en el Perú serán tratados conforme a Derecho”. El futuro demostraría que para arreglar las indemnizaciones debidas a los alemanes por los inevitables perjuicios de la guerra, no hubo necesidad de ninguna protesta ni de ninguna decisión por medio del arbitraje, como lo estimaron necesario otras potencias.
Hay que llamar la atención a la forma como se interpretaron en Washington los proyectos de intervención de las grandes potencias europeas. El Ministro Alemán en aquella capital comunica el 7 de Septiembre sobre una conversación que él había tenido con el Secretario de Estado Seward y en la cual éste emitió el siguiente juicio: “Bajo todo punto de vista, me es muy agradable que a Inglaterra y a sus dos supuestos aliados no se les haya ocurrido invitar a los Estados Unidos para una cooperación. En todo caso, nosotros la habríamos rechazado. En un asunto como el actual es mejor para nosotros obrar solos. Por medio de una acción común con las otras potencias, se habrían perjudicado nuestras aspiraciones” .
Al mismo tiempo que los italianos, se esforzó el ya nombrado Ministro en Lima Mr.Christiancy, por ofrecer a los beligerantes la mediación norteamericana. El y su colega Osborne tuvieron tan poco éxito como los mediadores europeos. Tuvieron lugar negociaciones pasajeras, las que pronto terminaron sin resultado. El 3 de Diciembre de 1880 presentó el Embajador británico en Berlín nuevamente la proposición de mediar entre Chile y el Perú o de proponerles someterse a la decisión de un arbitraje. Esta proposición fue rechazada a nombre del Príncipe de Bismarck por el Secretario de Estado. El Canciller del Imperio indicó al Secretario de Estado recalcar especialmente “que una intervención siempre revestía el carácter de inclinarse a favor del vencido cuando, como en el presente caso, uno de los dos beligerantes abiertamente es el vencedor, y sería escabroso atraerse tan sólo la apariencia de faltar a la imparcialidad”.
Parece, por otra parte, que el representante de Inglaterra esperaba tal contestación, pues le declaró al Secretario de Estado que ya el Príncipe en el verano anterior, a una pregunta semejante, había esquivado la respuesta con una broma. El Gobierno alemán, sin embargo, estimó necesario disipar nuevamente toda duda en el ánimo del Gobierno inglés sobre su apreciación en el asunto y dió instrucciones al efecto al Embajador alemán en Londres, con fecha 31 de Diciembre de 1880, de “que nosotros damos la debida importancia al hecho de marchar unidos con el Real Gobierno de Gran Bretaña en todo lo que se refiera a la protección de la vida y bienes de los súbditos de ambos países. Sin embargo, si por parte del Gobierno inglés se insinuase de nuevo la idea de una mediación de paz, le ruego expresarse en el sentido de las instrucciones del 27 de Julio y tomar en cuenta el fracaso de las recientes negociaciones de Arica iniciadas bajo los auspicios de Norte América”.
A pesar de todo, el 21 de Febrero de 1881, el Embajador francés y dos días más tarde el inglés, se acercaron de nuevo al Gobierno Alemán y lo impusieron de una supuesta petición del Gobierno peruano para obtener la mediación entre él y Chile. El Embajador inglés declaró al respecto que su Gobierno estaría eventualmente dispuesto a iniciar la mediación en la forma de buenos oficios. También esta insinuación fue rechazada por parte de Alemania, la cual hizo notar al mismo tiempo que si solamente se trataba de «good offices» con el consentimiento de ambos beligerantes, sería una garantía del carácter amistoso de la gestión el que fuera hecha por una sola potencia y no por varias al mismo tiempo.
Las otras grandes potencias europeas no volvieron a insinuar a Alemania en el transcurso de la guerra otras proposiciones de intervención. Algunas de ellas consideraron conveniente, aun en los últimos momentos de la conclusión de la paz, hacer dificultades a Chile oponiendo objeciones a ciertos artículos del tratado de paz.
El que tampoco Alemania tomase parte en esto, ocasionó en Chile, en el Gobierno y en la prensa, viva, satisfacción. Así, el diario «La Epoca» del 27 de Abril de 1884, dice lo siguiente:
«Nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores ha recibido comunicaciones oficiales del Imperio Alemán, en las cuales se da la seguridad de que esa potencia se niega decididamente a entrar a la coalición europea que protesta, a cuya cabeza se encuentra Francia. El señor Barón von Schenk ha confirmado también personalmente a nuestro Gobierno, en una visita, tal noticia, la cual, aunque de gran importancia, no po dí ser una sorpresa para la opinión pública, pues ésta estaba de antemano convencida de que el Imperio Alemán, nación justa y al mismo tiempo de sentido práctico, que conoce sus intereses en el extranjero y que sabe lo que significa hacer la guerra y salir victorioso, no se declararía solidario de tal em presa. Otro provecho que Chile obtiene del levantado procede de Alemania, es el camino que esta potencia ha propuesto respecto de las reclamaciones por perjuicios que los súbditos alemanes han sufrido a causa de las operaciones militares de nuestro ejército. Como se sabe, Alemania no ha echado mano a un arbitraje, sino que ha preferido, confiando a nuestra rectitud someter los asuntos pendientes a negociaciones directas entre ambos Gobiernos... Nos parece que esto se llama entender la politica internacional y los verdaderos intereses de sus súbditos».
Por otra parte, el Gobierno Alemán no limitó su actitud respecto a Chile únicamente a negarse a tomar parte en la intervención sino que dio activos pasos en su contra. Según comunicaciones de los Ministros residentes en Chile y el Perú, llegó a conocimiento del Gobierno Alemán en el transcurso del año 1883, que según opinión del Gobierno chileno las entonces pendientes negociaciones de paz tendrían pronto su desenlace favorable para Chile si las potencias reconocieran como Presidente del Perú al ex-ministro de Guerra Iglesias, elegido por las provincias peruanas del Norte. El Gobierno Alemán ordenó al Encargado de Negocios en Londres, Conde de Bismarck, recomendar al Gobierno inglés el reconocimiento del señor Iglesias y comunicar que nosotros estábamos con gusto dispuestos a agregarnos a tal paso.
Según un comunicado del Embajador Imperial Alemán en Londres del 4 de Agosto de 1883, el Gobierno inglés no aceptó esta insinuación. En la nota dirigida al Embajador por Sir Julián Pauncefote se da como causa lo siguiente: «El General Iglesias no tiene actualmente sino pocos hombres bajo sus órdenes y es ahora incapaz de tomar posesión del Departamento de la Libertad. Los chilenos parecen deseosos de ver firmemente establecido al general Iglesias, pero nuestro representante en el Perú dice que no obstante las seguridades chilenas en contrario, las probabilidades de paz son extremadamente nebulosas y que a menos que las autoridades chilenas sostengan al General Iglesias en manera muy enérgica, es de temer que esta nueva tentativa de paz experimente un fracaso».
Ya en una comunicación anterior había demostrado el Embajador que en Londres existía una cierta animosidad contra Chile. Según la comunicación (de 30 de Julio de 1883) había declarado el Subsecretario (Sir Julián Pauncefote) que los chilenos se aprovechaban de su victoria en forma dura: el desgraciado Perú sería completamente pisoteado por ellos, y se supone que Chile intencionalmente impide en el Perú el que se restablezca su autoridad, para arrastrarlo cada vez más al desorden y al estado permanente de guerra civil, para con ello llevarlo por agotamiento al abismo. El Gobierno inglés desea que cuanto antes este estado de cosas tenga un fin, ya solamente en interés de la humanidad (naturalmente). Si los chilenos verdaderamente llegasen a un acuerdo con Iglesias, que fuera aceptado por la mayoría de los peruanos, el Gobierno inglés estaría con gusto dispuesto, de acuerdo con las otras potencias, a reconocer a Iglesias. Entonces el reconocimiento no habría tenido el significado deseado. Evidentemente poco le importaba a Inglaterra la humanidad sino no dejar que Chile se engrandeciera a costa de su enemigo. También en Francia se preguntó por parte de Alemania sobre el reconocimiento del señor Iglesias. El 29 de Septiembre de 1883 dió cuenta al Embajador en París de una conversación con el Ministro interino de Relaciones Exteriores, señor Jules Ferry. También éste creía que Iglesias no tenía ningún partido en el propio país, y parecía poco inclinado a un reconocimiento de él. Llama la atención, por lo demás, que, según comunicaciones del representante francés en el Perú, el señor Ferry manifestara la opinión en la conversación de que la situación de Iglesias todavía era dudosa por la resistencia del dictador Piérola. (INFORME DEL SENADOR DON MIGUEL CRUCHAGA TOCORNAL,
MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES EN EL SEGUNDO PERIODO DEL PRESIDENTE ALESSANDRI, Y REPRESENTANTE DE CHILE EN ALEMANIA, DESDE 1913 A 1918, «Problemas Jurídicos-Políticos , Junio de 1919, págs. 27-48,Vol IX, CANCILLERIA CHILENA)
(Historia de la guerra del pacífico, Gonzalo Bulnes, 1911-1919)
En conclusión:
Inglaterra en varias ocasiones intentó mediar en el conflicto (al igual que EEUU) con "fines de ayuda humanitaria" (¿no será que prefería que Chile no se quedara con los territorios?, a fin de que siguieran perteneciendo a Perú, con lo que sería más fácil controlarlos, por el contrario de lo que sería con Chile); posteriormente, tampoco estaría de acuerdo con la idea de Chile de reconocer al general Iglesias como presidente, ya que creía que no tenía el poder de convocatoria suficiente para gobernar.
Claramente por "mediar" implicaba si fuese necesario, el "demostrar", o sea el uso de la fuerza, para ello tuvo la suerte de aliarse con Francia e Italia, pero requería el apoyo de otra potencia..
EEUU no tenía intenciones de adherirse, puesto que iba en contra de la doctrina Monroe...
Entonces Inglaterra necesitaba a Alemania para ello, pero este Imperio, vaya Dios a saber porqué, se negó en REPETIDAS OCASIONES.Con esto fueron frustradas las intenciones de Inglaterra (y Francia).
Ahora cabe pensar sobre esa "demostración", ¿a quién le sería encargada? ¿quizás a los navíos que ya tenía Inglaterra como "observadores" ?